5 de agosto de 2013

La primera vez que me callé

"Una persona puede sentirse sola, aún cuando mucha gente la quiera." — Ana Frank.

Más allá del silencio que debíamos hacer por temor a que escuchen otros y de los claros indicios de mi cuerpo ante la situación, eran todas las mentiras que había dicho las que me obligaban a callar ante ese extraño, que esa era mi primera vez.

El sudor frío que me recorrió en todo momento pareció no detenerlo, hasta creo que ni lo notó. Estaba tan preocupado por meterse en mi cuerpo y liberarse del suyo por un rato, que no le importó. Fue bruto, fue brusco y fue violento, aunque con el tiempo lo describiría "intenso".
Que estúpido, me seguí mintiendo hasta el día de hoy.

Primero fue todo por no querer denotar inexperiencia cuando al fin encontrase la persona que me moviera el suelo. Después, para que no fuera una sola vez, un solo tipo con cara y con nombre al cual aborrecer. Y luego fueron cientos, para que ni siquiera fuera perceptible el recuerdo entre tantas memorias de no creer.

Y con los años fueron pasando los cuerpos, y los dedos, y las bocas. Frotando, apretando y chupando sin dejar marca alguna más allá de mi piel. Llevándose un poco cada una, la oportunidad de volver a sentir.

Muy irónico.
Buscando un sentimiento, me perdí en una sensación: cuanto más promiscuo es mi cuerpo, más virgen mi corazón.

CS.

No hay comentarios :